¿Es el momento oportuno para retirarme?¿Cómo seguirá mi empresa sin mi?
Hay un momento en que todo empresario que ha estado a la cabeza de su negocio se hace las siguientes preguntas: ¿debo dar un paso al costado y ceder la administración a la siguiente generación?, ¿están preparados?, ¿o debo profesionalizar la empresa?, ¿formo un Directorio?, ¿con quién?
Llegado este momento es muy necesario tener establecido un plan de sucesión, que guíe el proceso de forma estructurada, definiendo el nuevo rol que va a tomar el o los fundadores de la empresa, la estructura ejecutiva necesaria para que las responsabilidades y tareas que ejecutaban se distribuyan en los roles adecuados, con perfiles bien definidos, estableciendo la participación de familiares en la administración, y las condiciones para hacerlo, y la participación de profesionales externos.
El plan de sucesión, si está bien diseñando, baja la incertidumbre en las familias que participan en la propiedad de las empresas, generando procesos de conversación y comunicación, alineando expectativas, validando la estrategia de desarrollo de la empresa y explicitando reglas de participación y toma de decisiones. Acá pueden aparecer Directorios (incluyendo directores independientes) y Comités Familiares (si son varias ramas familiares las que participan en la propiedad de la empresa).
Asimismo, aborda la incertidumbre que puede generar un proceso como este en los colaboradores de la empresa. En empresas familiares, la cultura y el estilo están fuertemente influenciadas por el estilo de las familias propietarias, y cualquier cambio en el equipo de administración puede generar ansiedad y dudas en los colaboradores. Dado esto el plan de comunicación asociado al proceso es fundamental.
En empresas familiares que ya tienen estructuras profesionales, la incorporación de familiares en la administración y la sucesión abre además un frente relacionado con la validación y aceptación de estos por parte de los ejecutivos. En este ámbito es fundamental hacerse cargo de la percepción de nepotismo que pudiese darse.
La responsabilidad de establecer un plan de sucesión, cualquiera sea la forma que se defina, es una responsabilidad ineludible de los dueños de una empresa familiar. No hacerlo es no ser coherente con los fundamentos que lleva a cualquier empresario a emprender, que es que los esfuerzos realizados perduren en el tiempo, independiente de la participación activa del fundador. Los planes de sucesión son un elemento crítico en la sostenibilidad de una empresa. Según la Asociación de Empresas Familiares en Chile AEF (2020), entre el 70% y 85% de estas empresas no pasan a una segunda o tercera generación.